El pánico escénico que genera iniciar cualquier actividad disminuye con cada respiración, en cada paso que se da hacia adelante, avanzando sin miedo al resultado final. Realmente no sé en qué momento comenzó todo. Posiblemente cuando las actividades y experiencias del pasado empezaron a relacionarse sospechosamente, tan sospechosamente que me trajeron hasta aquí. A estar escribiendo estas palabras para ti, emprendiendo este camino en el cual espero enseñarte y aprender también mucho de ti.
Podría decirse que se trata de sincronicidad, de estar dispuesta a escuchar los mensajes del universo. Aunque más que casualidades, creo que se trata de ser capaces de estar presentes en el momento, observando con atención a los detalles. Las pequeñas cosas cotidianas que nos rodean, por lo general muestran su encanto cuando las observamos por más de algunos instantes. Cuando dejan de ser normales y aburridas, y se transforman en realidades llenas de significado y contenido.
En el momento en que la atención entra en contacto con aquellos impulsos de la creatividad, inherentes al ser humano, es cuando ocurre la magia. Esta magia que todos tenemos y que es la sustancia del arte. Porque es así, el arte sucede como por arte de magia. Cuando logramos conectarnos con la energía creativa, ocurren cosas mágicas. Las conexiones neuronales de nuestro cerebro empiezan a divertirse y de allí salen las mejores ideas, aquellas que pueden llevarnos a muchas partes. Quizás a cumplir nuestros sueños, a reconciliarnos con nuestro niño interior, y conectarnos de nuevo con nuestra imaginación. Para que todo esto ocurra solo tenemos que permanecer atentos, pues el lenguaje del arte es una experiencia de todos nuestros sentidos.